martes, 13 de diciembre de 2016

Carlos de Austria, el desconocido "Quasimodo" español.


Retrato de Carlos de Austria


Carlos de Austria, hijo de Felipe II y su primera esposa, la infanta María Manuela de Portugal, nació en  Valladolid (08-07-1545) y falleció en Madrid a la edad de  23  años (24-07-1568). Fue Príncipe de Asturias, en su condición de heredero de la corona, desde 1560 hasta su fallecimiento 8 años más tarde.
 Nació cuando su padre, el emperador, contaba con 18 años de edad y se quedó huérfano de madre a los cuatro días de nacer, algo que parecía presagiar que su vida no iba a ser precisamente fácil. Cuando contaba tan sólo 11 años de edad, enfermó de malaria, y si bien se recuperó las secuelas físicas fueron muy graves, su columna vertebral se desarrolló de forma anómala, al igual que sus piernas, lo que ocasionó que no pudiera caminar erguido además de tener una ostensible cojera.  Su salud era siempre delicada, con fiebres abundantes, lo que hizo que los médicos de la corte le recomendaran en 1561 fijar su residencia en Alcalá de Henares para alejarse de los aires contaminados de Madrid. Un año después, en 1562 se cayó por unas escaleras, según rezan las crónicas de aquel momento persiguiendo a una sirvienta, y se golpeó fuertemente la cabeza. Tras probar muchos tratamientos diferentes, pues estuvo un largo periodo con pérdida del conocimiento, finalmente se le realizó una trepanación (agujereado del cráneo), que trajo como consecuencia un empeoramiento de su carácter al acrecentarse su crueldad y sus excentricidades. La corta  edad de su progenitor, así como el poco crédito que éste le tenía, hacían que el heredero, además de su evidente deterioro físico, tuviese un estado mental no excesivamente estable al sentirse marginado por su padre y con muy pocas o nulas posibilidades de ser algún día el rey de España. Cabe recordar que sus sus maestros, Juan de Mañatones y Honorato de San Juan, apenas consiguieron que el por entonces infante consiguiese  leer y escribir. 



Retrato de Felipe II 


 En 1559 el rey le prometió gobernar los Países Bajos, aunque más adelante desistió de esa idea ante la poca confianza que su hijo Carlos le generaba. Sin embargo, el príncipe, ante su evidente y ya comentada situación de marginación, realizó diversos intentos de huir a esos territorios, mientras sus actuaciones "extravagantes y poco recomendables" seguían haciendo acto de presencia con cierta frecuencia y eran duramente castigadas por su padre. En el año 1560 recurrió a su tío, Juan de Austria, para pedirle ayuda en su intento de huir rumbo a los Países Bajos, a lo que aquel le respondió que le diese un plazo de 24 horas para pensárselo, para acto seguido ir a informar al rey Felipe sobre los planes de su hijo y heredero. Enterado de la traición, cuando su tío fue a verle intentó asesinarle disparando una pistola que tenía en su poder, intento que resultó frustrado ya que previamente un criado la había descargado. Su tío, gracias a su mayor fortaleza física consiguió reducirlo, Más adelante, y tras informar al prior del convento de Atocha de su deseo de  matar al rey, fue sometido a una causa judicial en la que el tribunal estaba presidido por su propio padre, y entre sus miembros estaban Diego de Espinosa (inquisidor general y presidente del Consejo de Castilla), Ruy-Gómez de Silva, príncipe de Eboli, el duque de Pastrana y otros nobles. Tras importantes y largas deliberaciones entre los partidarios de condenarle y los de absolverse, el veredicto fue finalmente "culpable de alta traición".  Felipe II decide el 18 de enero de 1568 liberarle de la pena de muerte que su condena llevaba aparejada y  confinarle de por vida en sus aposentos  con una muy limitada comunicación con el mundo exterior.  


Quasimodo, el personaje de ficción de Víctor Hugo

Del mismo modo, el rey decidió que la acusación de parricidio no figurase ni fuera comentada por sus ministros en Madrid ni por sus representantes en el extranjero. Como la reacción del príncipe fue la de manifestar su intención de quitarse la vida, su padre ordenó que no pudiera tener a su alcance ni cuchillos ni tenedores. Allí encerrado, el príncipe llegó a perder totalmente sus facultades mentales, de forma habitual "consumía" cubitos de hielo o pasaba periodos sin comer que luego iban seguidos de una ingestión casi compulsiva de alimentos que ponían en peligro su vida ante una posible indigestión.
Un intento fracasado de huelga de hambre, que ayudó a incrementar su debilidad física, provocó su fallecimiento un 24 de julio de 1568, poco después de medianoche, cuando tras llamar a su confesor y  golpearse el pecho con las pocas energías que le quedaban, cayó de espaldas fulminado, Tras su muerte, fue amortajado con el hábito de franciscano en el interior de un ataúd cubierto con terciopelo negro y ricos brocados. Sin embargo, es justo decir que   ha habido conjeturas sobre la posibilidad de que su padre ordenara que fuera asesinado  mientras estaba confinado.
Ni que decir tiene, que la vida y el estado físico del príncipe Carlos, establecen un notable paralelismo con el personaje de ficción creado por Víctor Hugo en su gran obra "Nuestra Señora de París", el muy conocido Quasimodo o "jorobado de Notre Dame", además de hacerle pasar  casi desapercibido en la historia de nuestro país, donde es innegable que, como heredero de Felipe II, llegó a tener un papel preponderante en la dinastía de los austrias.



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